Cuando nos referimos a la escucha activa, nos estamos
refiriendo a “saber escuchar”, esto quiere decir ser capaz
de comprender e interpretar lo que nuestro interlocutor nos quiere informar
desde su punto de vista. Este es uno de los principios más importantes y
complejos del proceso comunicativo. Actualmente, estamos expuestos a un sinfín
de estímulos, provenientes de diversas fuentes, y puede resultar complicado
tratar de afrontar las diferentes exigencias del entorno. Todo esto puede
mermar la comunicación y, en concreto, puede afectar a la forma de atender y
escuchar a los demás.
Uno de
los motivos más frecuentes de los problemas de comunicación interpersonal es
precisamente que no escuchamos adecuadamente a los demás y en algunos casos, puede
que ignoremos al otro. Algunas personas están más pendientes de las propias
emisiones, y esta necesidad propia de comunicar hace que se pierda la esencia
de la comunicación, es decir, compartir con los demás. Ya sea la situación de
no prestar atención, o de estar más pendientes de otras cosas como el celular,
u otros aparatos electrónicos, el no saber escuchar puede llevarnos a ciertos
problemas comunicativos.
Podemos
pensar equivocadamente que se escucha prácticamente de forma automática, pero
esto no es así. Escuchar requiere un esfuerzo superior al que se hace al hablar
y también del que se ejerce al escuchar sin interpretar lo que se oye. Por tanto, oír no es lo mismo que escuchar.
Existen grandes diferencias entre oír y escuchar; oír consiste simplemente en percibir vibraciones de sonido, mientras que escuchar supone entender, comprender o dar sentido (interpretar) a lo que se oye. La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos e intenciones que subyacen a lo que se está expresando. Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, de leer lo que siente.
Existen grandes diferencias entre oír y escuchar; oír consiste simplemente en percibir vibraciones de sonido, mientras que escuchar supone entender, comprender o dar sentido (interpretar) a lo que se oye. La escucha activa se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos e intenciones que subyacen a lo que se está expresando. Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, de leer lo que siente.
La escucha activa es una manera de escuchar con atención lo que la otra persona nos transmite con el objetivo de intentar comprenderla. La información vertida no será sólo verbal sino que también será no verbal y afectiva.
La comunicación no verbal es también relevante
para la escucha activa, ya que expresamos más con el cuerpo (gestos, mirada,
postura, etc.) que con la boca. Además, la información verbal está más sujeta a
nuestro control. La información no verbal, en cambio, es más difícil de
controlar, no es tan consciente. Debemos prestar atención al conjunto
(lenguaje verbal y no verbal), así como a los sentimientos que se
desprendan de ambos tipos de información (información afectiva o emocional).
Por tanto, en la escucha activa, resulta
fundamental hacerle ver a la otra persona que hemos entendido no
únicamente lo que nos ha dicho sino también lo que siente. El hecho de
captar y comprender los sentimientos de nuestro interlocutor no significa que
estemos de acuerdo con lo que dice o piensa, sino de respetar su opinión y
sentir.
Proceso de la escucha
activa
1. El emisor emite un mensaje.
2. El receptor escucha con esfuerzo físico y
mental.
3. El receptor debe concentrarse en el otro,
comprender el mensaje, resumir los puntos importantes y, finalmente, confirmar
el mensaje.
Si el receptor lleva a cabo los pasos 2 y 3, se
producirá la escucha activa y el mensaje recibido será verídico, pero si se
omite alguno de dichos pasos la información recibida podría distorsionarse y el receptor no habrá escuchado adecuadamente.
Elementos facilitadores y
técnicas de la escucha activa:
Disposición positiva e
interés: mostrar interés y
favorecer que la otra persona hable. Transmitirle a la persona que la
estamos escuchando a través de señales de escucha verbales y no verbales.
Clarificar la información recibida: aclarar lo que ha
dicho, obtener más información a través de preguntas. Las preguntas abiertas
van a fomentar más el diálogo.
Parafrasear: es una manera de comunicarle a la otra persona
que la hemos escuchado. Se trata de repetir con nuestras palabras lo que la
otra persona nos ha dicho. No debe expresar nuestro punto de vista sino el de
la otra persona, pero sí empleamos nuestro lenguaje.
Reflejar: mostrar a la otra persona que entendemos lo que
siente. Esta técnica permite reflejar los sentimientos de la persona que habla.
Resumir: centrar el tema destacando las ideas principales de
lo que la otra persona nos ha explicado.
Mostrar
empatía. Escuchar activamente las emociones de los demás
consiste en tratar de escuchar sus sentimientos y hacerle saber que "nos
hacemos cargo", intentar entender lo que siente esa persona. Simplemente,
expresar que somos capaces de ponernos en su lugar. Sin embargo, empatizar no
significa aceptar ni estar de acuerdo con la posición del otro.
Emitir palabras de refuerzo positivo o cumplidos. Pueden definirse como verbalizaciones que suponen un halago para la otra persona o refuerzan su discurso al transmitir que uno aprueba, está de acuerdo o comprende lo que acaba de decir.
Elementos
que dificultan la escucha activa:
v Distraerse con otras tareas o ante otros estímulos.
Algo que puede resultar muy fácil en determinados momentos. Podemos tratar de
combatir esta tendencia haciendo un especial esfuerzo por mantenernos activos e
interesados con objeto de que no decaiga nuestra atención.
v Interrumpir innecesariamente al que habla. Incluso,
algunas personas acaban las frases del otro o se adelantan a los
acontecimientos, pisando y cortado a la persona que desea ser escuchada en ese
momento.
v Cambiar de tema. Desviar el tema de la conversación a
otros temas o aspectos que ajenos e independientes al tema principal elegido
por nuestro interlocutor.
v Juzgar al otro, condenarle o sentenciarle, etiquetarlo
por lo que nos cuenta.
v Ofrecer ayuda o soluciones prematuras. En ocasiones
actuamos como una máquina de dar consejos, gratuitos y fáciles, sin habérnoslo
solicitado la otra persona.
v Comparar. Salvo que el otro pregunte si conocemos
algún caso o hemos tenido personalmente una experiencia similar, no tenemos que
compararle con otros.
v Contar "nuestra historia" cuando el otro
necesita hablarnos, es decir "robarle el turno" o monopolizar la
conversación y acabar hablando de nosotros mismos.
En resumen, escuchar requiere un esfuerzo y una buena
disposición por nuestra parte. La escucha activa comprende respeto, comprensión
y empatía con el interlocutor. En la escucha no activa, se rebate los
argumentos del otro como norma, se corta a quien está en posesión de la palabra
para exponer nuestro argumento, intentamos imponer nuestro criterio,
contraponemos nuestra historia frente a la del otro y el resultado final es que
la conversación y comunicación pierde su dimensión asertiva y constructiva.
Creado por: Beatriz Arias
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